Los cuatro cachorros, dos para cada institución, fueron seleccionados por sus cualidades genéticas, ya que descienden de un linaje de sangre ideal para tareas de búsqueda y detección.
“La idea es que a partir de ahora puedan ser adiestrados junto a sus guías, para empezar a acompañar la detección de estupefacientes, armas y explosivos. Los canes son un factor importante para combatir el tráfico de drogas, tanto en Unidades Penales como en la vía pública”, explicó Rocanglia.